
El Centro de Edafología Aplicada del Segura muestra las instalaciones donde acoge los 600 proyectos que actualmente tiene en activo
Pasear por las instalaciones del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS) es respirar ciencia. En cada rincón, un equipo de investigación manipula tubos de ensayo y pipetas o mira a través de un microscopio. Entre las paredes del edificio que desde el año 2000 acoge al centro de investigación se desarrollan actualmente unos 600 proyectos. Desde su fundación en 1954, la institución murciana ha estado involucrada en aspectos tan relevantes para la Región de Murcia como la creación del Trasvase Tajo-Segura o la modernización de los regadíos. Su director, Juan José Alarcón, abre las puertas de la sede situada en el Campus de Espinardo a LA OPINIÓN para dar a conocer el trabajo que realizan día a día.
El CEBAS pertenece al mayor organismo de investigación de España y la séptima institución pública de investigación a nivel mundial, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que aglutina a 1.000 profesionales de la ciencia y está conformado por 12 institutos distribuidos a lo largo de España. El de Murcia es el único que existe en la comunidad y tiene como área de actuación todas las actividades relacionadas con el sector agroalimentario.
Se trata de un centro multidisciplinar: en las seis plantas que comprende el edificio conviven los diferentes departamentos que lo conforman, que abordan temas distintos pero muy interrelacionados. Estudian principalmente aspectos relacionados con la optimización de recursos naturales en la producción agrícola (suelo y agua sobre todo), desarrollan nuevos sistemas productivos a partir de la aplicación de estrategias sostenibles de riego y fertilización; abordan los efectos generados por la salinidad, el déficit hídrico y el ataque de determinadas plagas sobre el desarrollo y producción de los cultivos; mejoran genéticamente especies de gran interés comercial para la Región (frutales de hueso y pepita fundamentalmente); desarrollan tratamientos postcosecha que garantizan la calidad y seguridad alimentaria de nuestros frutos y hortalizas; y estudian los efectos que la ingesta de estos alimentos vegetales tienen sobre la salud.
«Todos ellos son temas de máximo interés científico a nivel mundial que adquieren una especial relevancia en un territorio árido como es la Región de Murcia, donde además el sector agroalimentario tiene un gran peso e impacto económico», pone de relieve Alarcón.
Una labor que llega a nuestro hogar
Los trabajos que desempeñan en el CEBAS-CSIC son de una complejidad que, en líneas generales, puede situarlos fuera del entendimiento de quienes no conocen el campo científico, pero lo cierto es que su labor tiene consecuencias en aspectos cotidianos. Por ejemplo, en lo que respecta al cultivo y conservación de alimentos, estudian la atmósfera adecuada en la que hay que pueden crecer y empaquetarse productos como la lechuga para que duren en buenas condiciones hasta que llegan a los hogares. «Detalles más específicos como con qué tipo de plásticos hay que embalar el producto, cómo hay que lavarlo, con qué agua…», explica el director del centro ejemplificando una de las numerosas tareas que se llevan a cabo en la institución.
Las sustancias que se analizan en el centro murciano también son muy variadas. Desde muestras de músculo de mejillones hasta extractos del Mar Menor, pasando por lo más sencillo: material vegetal. Una infinidad de componentes pasan día a día por las manos de los investigadores que, al servicio público o privado, manipulan los elementos con el objetivo marcado.
En el CEBAS-CSIC convergen investigadores de todo tipo y origen. Además de los trabajadores que habitualmente operan allí, el centro acoge investigaciones de empresas u organismos públicos externos, así como tesis doctorales, trabajos de fin de máster o las prácticas de alumnos de grado. «Es por ello que también contamos con multitud de despachos donde trabaja, cerca de su laboratorio, cada investigador», explica Alarcón.
Finca experimental en Santomera
Además de las instalaciones en Espinardo, el centro cuenta con una finca experimental en La Matanza, situada en el término municipal de Santomera. Los terrenos ‘Tres Caminos’ y ‘El Coto’, adquiridos separadamente por el CSIC, configuran un total de 32 hectáreas formadas por ocho invernaderos, una planta de compostaje para tratamiento de residuos orgánicos, dos parcelas automatizadas, una estación meteorológica, cinco laboratorios, un comedor, dos transformadores, una nave con oficinas, casetas con motores y cabezales de riego, dos embalses, un centro de transformación, transformador y generador, y una cabreriza.
Profesionales y aprendices, trabajo mano a mano
Las instalaciones del CEBAS-CSIC acogen tanto a investigadores consagrados con años de experiencia como a estudiantes de máster o grado que llevan a cabo allí sus prácticas y aprenden el trabajo de campo. Especialmente se forman en el centro alumnos de los estudios de Biología, Biotecnología, Química o Ingeniería Agrónoma, entre otros.
Bajo cero, temperaturas extremas
Los científicos que desarrollan sus proyectos en el centro cuentan con cámaras de almacenamiento frigorífico de material vegetal que llegan a estar a temperaturas bajo cero, como los -78ºC. En estas condiciones extremas los organismos se congelan conservando sus prioridades para así manipularlos y analizarlos posteriormente.
Publicado en: La Opinión